Belén Benito

martes






Frente a la inmensidad de la naturaleza, los problemas disminuyen su tamaño. 
Me amparo en ella, pues al observar los bosques fructíferos y el cielo estrellado, me vuelvo consciente del lugar que ocupo dentro de todo ello. Me ciño a mi humilde trabajo de observadora, dejando atrás el sufrimiento sobre el que me regodeaba en las sábanas recién planchadas y limpias. De su esencia me enmudece la vitalidad y el color que desprende: sueño con imitarla, alejar la tristeza. 
En el bosque solo queda espacio para dos cosas aparentemente distintas: los instintos y la espiritualidad. 





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