El ojo derecho está cerrado.
El ojo izquierdo está abierto:
mira la sangre,
pero no parpadea.
Ahora,
Coge una cuchara grande
y
saca tu ojo
derecho,
dáselo a un tuerto.
Solo para
que vea
entero
lo que nosotros
callamos.
Un díadíadíadíadía
tras otro.
Lo mismo.
la cuchara y el ojo siempre me asustaron, para el blanco blanco yogur azucarado.
ResponderEliminarMe ha encantado. Es salvaje pero taimado
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