Belén Benito

martes





















El ojo derecho está cerrado.
El ojo izquierdo está abierto:
mira la sangre,
pero no parpadea.

Ahora,

Coge una cuchara grande
y
saca tu ojo
derecho,
dáselo a un tuerto.

Solo para
que vea
entero
lo que nosotros
callamos.

Un díadíadíadíadía
tras otro.

Lo mismo.

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