Alumbra el cerco orígenes de carne para tumbar la alcoba en el jardín.
Ella en su lecho húmedo me acoge
la sangre, abierta en su regazo último.
No lloran piedras muslos, lloran alma y tiempo
(...)
cuando la hembra abrace sola el sol
de entre mis brazos de algodón y solo
quede el himen muy torcido el trazo de
en nuestro abrazo.
Alzados y muy suaves
llueven los nuDOS de mi cuerDA: maNOS.
Óscar Curieses
Conclusión:
Tengo un cardenal entre los muslos
O quizá sea un nudo
Nada más.
Siempre me aturden tus entradas, como el cardenal en la piel, como la herida que no se abre.
ResponderEliminarBesos
(precioso)
ResponderEliminarLa conclusión se alza, como si estuviera al principio, o en el medio.
ResponderEliminar