Belén Benito

domingo

























Sentir
el clavo
rozando el hueso
duro.

Lo rojo
desvaneciéndose
a la sombra
del tejido.

La luz
fragmentando
aire turbio
con olor a pino.

Se quedan las
manos frías,
de muerte.

Aprietan
los ojos
al estirarse,
quieren salir.

La lágrima,
de la pupila seca,
brota despacio.

Corta el incisivo
el labio
con fuerza.

La cama,
el ataúd en vertical
encima,
esperando.

Yo no tuve
flechas
ni ángeles.

Todo fue
hierro óxido.

(Las únicas cajas rectangulares son las de los muertos).

No hay comentarios:

Publicar un comentario